La inteligencia emocional. ¿Cuál es la clave?, tomar conciencia de nuestras emociones.
El estrés suele llevar al desgaste, lidiar con las jornadas eternas, la presión constante y las crisis en el trabajo de forma que nos proteja contra la fatiga emocional, el cinismo y la falta de autoestima. La clave es aprovechar nuestra inteligencia emocional.
Esto es lo que una de nosotras (Kandi) descubrió en una reciente investigación en la que evaluó a 35 directores médicos de 35 grandes hospitales para conocer su nivel de estrés e intentar discernir qué, si es que lo había, hacían para enfrentarse al desgaste.
Los resultados nos sorprendieron. A pesar de que un abrumador 69% de los directores médicos describieron su estrés como severo, muy severo o el peor posible, la mayoría no estaban «quemados» según el diagnóstico. Durante las entrevistas con los participantes en el estudio, encontramos un hilo común que mantenía su estrés bajo control: la inteligencia emocional.
Como otra de nosotras (Annie) ha escrito con anterioridad, las investigaciones sugieren que la inteligencia emocional (IE) potencia la capacidad de adaptación y ayuda a las personas a manejar una situación continua de estrés y prevenir el desgaste profesional.
Tomar conciencia de las emociones de uno mismo, uno de los elementos de la IE, por ejemplo, permite entender las fuentes de nuestra frustración o ansiedad; mejora nuestra capacidad para considerar diferentes respuestas. El autocontrol, otra competencia de la IE, permite mantener la calma, controlar los impulsos y comportarse de manera adecuada durante una situación de estrés. La capacidad de resolver conflictos permite aprovechar nuestra ansiedad y emociones para resolver un problema en lugar de que éste nos incomode o prive del sueño. La empatía también ayuda combatir el estrés. Cuando intentamos entender a los demás de manera activa, a menudo también empiezan a importarnos esas personas. La compasión, al igual que otras emociones positivas, puede contrarrestar los efectos fisiológicos del estrés. Además, mostrar mayor sensibilidad hacia la visión, la actitud y las creencias de los demás contribuye a nuestra capacidad de para ganarnos la confianza de otras personas en influir sobre ellas. Esto, a un nivel muy práctico, en muchas ocasiones significa conseguir la ayuda que necesitamos antes de que el estrés se convierta en una espiral de desgaste, antes de «quemarnos».
Lo que se puede hacer para gestionar el estrés y evitar «quemarse»
La gente hace todo tipo de cosas destructivas para enfrentarse al estrés: comer en exceso, abusar de drogas y alcohol, y acelerar todavía más en lugar de pisar el freno. Lo que aprendimos con nuestro estudio sobre directores médicos es que la gente puede aprovechar su inteligencia emocional para sobreponerse al estrés y evitar el desgaste. Puede que usted también quiera probar las siguientes estrategias:
- No sea su fuente de estrés. Demasiadas personas generan su propio estrés – respuesta física completa incluida- solo con pensar y anticipar episodios o encuentros futuros que quizá sean estresantes. Las personas que sienten una gran necesidad de triunfar, autoexigentes y perfeccionistas son las más susceptibles de provocar su propio estrés. Gracias a nuestra investigación, hemos aprendido que los líderes conscientes de la presión a la que ellos mismos se someten controlan mejor su nivel de estrés. Según explicó uno de los directores médicos durante la investigación, «me he dado cuenta de que gran parte de mi estrés es autoinfligido por culpa de años de ser muy duro conmigo mismo. Ahora que conozco los problemas que me provoca, puedo razonar conmigo mismo para eliminar la presión incesante».
- Reconozca sus limitaciones. Ser consciente de sus puntos fuertes y débiles le dará pistas acerca de dónde puede que necesite ayuda. En nuestro estudio, los directores médicos describieron la transición desde su papel médico a un rol de liderazgo como una fuente importante de estrés. Los que reconocieron en algún momento que sus responsabilidades superaban sus habilidades, no tuvieron que resolverlo solos: se rodearon de personas de confianza y pidieron ayuda.
- Respire hondo cuando sienta que la tensión y la ansiedad aumentan rápidamente. Las prácticas de conciencia plena (mindfulness) nos ayudan a lidiar con los factores de estrés inmediatos y las dificultades a largo plazo. Varios de los participantes de nuestro estudio describieron el uso de técnicas de atención y concentración para reducir su ritmo cardíaco y rebajar sus niveles de tensión frente a un factor de estrés. Como describió una de las personas con puesto de responsabilidad, «[la atención plena] me permite ser más abierto a otras soluciones y no malgastar el tiempo en modo defensivo». Aumentar su consciencia sobre su propia respiración podría resultarle difícil al principio, pero recuerde que la atención representa el acto de autocontrol por excelencia.
- Reevalúe su perspectiva sobre la situación. ¿Percibe una situación concreta como una amenaza para algo que valora? ¿O la percibe como un problema a resolver? Cambiar la perspectiva sobre si uno experimenta distrés (estrés negativo) o eustrés (estrés beneficioso) puede tener un efecto esclarecedor sobre su capacidad para reducir su nivel de estrés. Un director médico describió su cambio de mentalidad así: «Lo que antes parecía estrés, ahora es un estrés positivo; estoy motivado para considerarlo como un problema a resolver».
- Frene la escalada de los conflictos al ponerse en el lugar de la otra persona. El estrés generado por un conflicto suele dar paso al desgaste, por lo que es mejor evitar que este siga creciendo mientras se pueda. Sea inquisitivo, haga preguntas y escuche con atención. Mantenga la atención en la otra persona y céntrese en lo que le diga. Si se esfuerza por entender su perspectiva, estará mucho mejor posicionado para ganarse su confianza e influenciarle. Una persona a la que entrevistamos utiliza este enfoque regularmente. Según nos contó, refinar su capacidad de escucha empática le ha facilitado colaborar y ser respetado por el resto de la plantilla. Una vez, por ejemplo y según nos contó esta persona, un médico irrumpió en su oficina y le espetó: «Tienes que hacer esto o morirán bebés». En lugar de reaccionar a la defensiva y echar más leña al fuego, se tranquilizó e intentó comprender la perspectiva del médico. Su respuesta frenó la escalada del conflicto y lo transformó en una conversación sana y menos estresante.
Si usa y desarrolla su inteligencia emocional, puede frenar el desgaste, puede evitar «quemarse» y lograr que tampoco lo hagan otros. Pero recuerde: mejorar la inteligencia emocional supone tiempo y esfuerzo. Sea paciente consigo mismo, además de compasivo y amable. Lo último que quiere es convertir la mejora de su IE en otra fuente de estrés.
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